COVID 19, PODER Y AUTORIDAD EN ÁFRICA, Por Sayba Bayo
Después de las medidas tomadas por los gobernantes de Senegal para prohibir las manifestaciones y todas las actividades multimillonarias, con el objetivo de mitigar los riesgos de contagio, un imán decide convocar el rezo del viernes santo al que acudieron centenares, ver millares de fieles musulmanes.
Convocado por la policía por haber infringido las normas, miles de fieles y seguidores del imán salieron en las calles para dar apoyo al imán y manifestarse contra la acción del ejecutivo. Analizando los acontecimientos no he podido evitar de pensar en el choque entre dos trenes: el del poder y el de la autoridad.
Si la polémica provocada por el imán escenifica este choque, en algunos casos la faragilidad de las instituciones y la facilidad con la que el africano se rebela contra el Estado resulta de la normalidad cotidiana. Desafiar el Estado es una regla general. Hace dos días los gobernantes de Gambia decidieron aplicar la cuarentena a todos los pasajeros de los vuelos procedentes de países de riesgo. Sin embargo, algunos pasajeros (gambianos) procedentes de países europeos han creado un revuelto en el aeropuerto de Banjul al negarse someter al orden.
Si hay un tema candente que la pandemia que el Covid-19 pone sobre la mesa en África, es la noción de la autoridad y del poder. El poder se basa en las relaciones de fuerza como tener una policía y un ejército a su alcance, disponer de una bomba nuclear, controlar los bancos y el flujo de la economía. La autoridad emana de nuestra concepción del orden de las cosas dentro de nuestra cosmogonía: Dios y los espíritus a los que podemos añadir nuestro padre, nuestra madre, nuestro maestro etc. La autoridad es ante todo una cuestión ontológica. Si el poder funciona gracias a la amenaza, el hombre no necesita comprender o razonar sobre un orden amante de una autoridad.
El poder y la autoridad del Estado radica en sus orígenes, es decir la creación del Estado. En Europa el Estado moderno tiene su origen en el poder feudal combinado a la autoridad de la Iglesia católica. Está simbiosis no se ha dado todavía en África donde las autoridades religiosas musulmanes habían desplegado las estrategias de resistencia a la dominación y la alienación cultural occidental. Recordemos que el Estado en África es una importación, una herencia del colonialismo. Si el africano no se ha sometido a la autoridad colonial es lógico que resista a todo lo que considera una materia residual del colonialismo.
En África, la creación de las naciones artificiales en base a los símbolos occidentales: himno, bandera, ejército, moneda es sólo un artimaña para mantener el entramado institucional que perpetúa la herencia colonial. El africano sabe que "el Estado no somos todos" y continúa pensando que solo la autoridad de Dios le puede salvar del poder del Estado. No importa si Dios ha creado las enfermedades (malaria, sarampión, Ébola) para torturar al hombre africano. No importa si lo quemará luego en el infierno.
Al fin y al cabo el africano puede hacer se la pregunta: ¿Para que sirve alarme por el Coronavirus si ya estamos viviendo en el infierno y nuestros dirigente en el paraíso?.
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